Un caballo recuerda
En los últimos años he aprendido que los caballos recuerdan a sus parientes y amigos durante largos periodos de tiempo. A veces los humanos ignoran estos vínculos y la mayoría de los caballos cambian de dueño varias veces durante sus vidas. Han desarrollado fuertes relaciones con compañeros de pastura, solo para ser vendidos una vez más. Los potros han crecido y han conocido a sus madres, solo para ser separados de por vida. Algunas personas venden caballos sin pensar en las emociones de los caballos; es solo un negocio.
Algunas personas se reirán con cinismo y dirán que los caballos no tienen la capacidad emocional para llorar o extrañar a los amigos perdidos. Yo era una de esas personas hasta hace poco, cuando fui testigo por mí mismo del verdadero vínculo que tienen los caballos. Estos vínculos duran toda la vida; los caballos no se olvidan entre sí.
Los caballos mustang son un gran ejemplo de ello. Recuerdan a su madre, a sus hermanos y a su padre. Rara vez se reproducen entre sí y suelen mantener relaciones con amigos y familiares, incluso después de separarse en diferentes manadas. Cuando se capturan caballos salvajes, muchas de estas unidades familiares son destruidas y nunca vuelven a reunirse.
Mi propia experiencia es la de una situación más feliz. Mi yegua Derby tuvo a su potro Sunshine en 2004. Habían estado juntos desde que nacieron hasta que Sunshine tenía 9 años. Luego Sunshine se fue para convertirse en un caballo de terapia en Mancos, Colorado. Dos años más tarde, Sunshine se trasladó a Durango, Colorado. Derby fue reclutada para ser un caballo de terapia también en Durango. Cuando llevé a Derby para que se uniera a Sunshine, había planeado llevar a Sunshine y otro caballo a dar un paseo por el sendero. Eso nunca sucedió.
Descargué a Derby y, a un cuarto de milla de distancia, escuché el agudo relincho de Sunshine. Derby inmediatamente gritó: "¿De verdad eres tú?". A partir de ese momento se desató el intenso drama del reencuentro. Los relinchos y los gritos agudos continuaron hasta que llegamos al corral de Sunshine. Sunshine inmediatamente restableció su vínculo al intentar amamantar. Las emociones de los caballos eran abrumadoras. Si los caballos pudieran llorar, habría habido lágrimas de alegría. Sunshine y Derby están bien con ser independientes, pero ese día no podían separarse. Los cargué a ambos para mi paseo, madre e hija, en una felicidad dichosa. Nunca los separaré de nuevo a largo plazo.
La lección más importante que se desprende de esto es que hay que pensarlo mucho antes de adquirir un caballo, ya que se trata de un compromiso a largo plazo. Los caballos no deberían sufrir la pérdida de compañeros de manada debido a una etapa pasajera o a un capricho. Los seres humanos no estamos solos en nuestras emociones. Brindemos por los buenos recuerdos y por el amor que sentimos por los caballos.
Felices senderos desde el suroeste de Colorado.
Foto: Derby, de 21 años y su hija Sunshine, de 11 años, son amigas de toda la vida y disfrutan muchísimo de la compañía de la otra.